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martes, 17 de junio de 2014

GRECOSAT RUMBO A ANDOYA ROCKET RANGE

Desde el 1 al 5 de junio, un equipo español, Grecosat, formado por alumnos del IES El Greco de Toledo ha viajado hasta Andøya Rocket Range para participar en la Competición Europea CanSat2014 que organiza la Agencia Espacial Europea (E.S.A.) en colaboración con el Centro Noruego de Educación Espacial (NAROM).
Durante esos cinco días nuestros alumnos convivieron con casi 70 chicos y chicas de 14 equipos europeos clasificados para la competición final: Rumania (2), Alemania (2), Grecia(2), Portugal, Irlanda, Italia, Bélgica, Noruega, Polonia, República Checa y España.

La finalidad de la competición consiste en diseñar, construir y programar un minisatélite, CanSat, del tamaño de una lata de refresco para que tome una serie de datos fisicos (presión, temperatura, campo magnético, concentración de gases, etc) y los envíe a una estación de tierra por telemetría vía radio. Este minisatélite es lanzado por un cohete a una altura aproximada de 1000 metros para luego descender en paracaidas. Una vez en tierra, los equipos tienen que recolectar los datos, interpretarlos, sacar conclusiones y presentarlas al resto de los equipos y al jurado internacional.
El día anterior al lanzamiento todos los CanSat tuvieron que pasar un riguroso control técnico y de seguridad por parte de los responsables de NAROM. Hubo equipos que hasta pasadas las dos de la madrugada no consiguieron el visto bueno. Hay que decir que a esta altura de año, en Andoya hay lo que se denomina “sol de medianoche”, es decir el sol no se pone durante todo el día y eso ayudóa mantenerse mejor despiertos.

Y llegó el día del lanzamiento. Todos nos trasladamos a Skarsteinsdalen, lugar desde donde se iban a lanzar los cohetes Intruder que portarían nuestros CanSat. En el ambiente se notaban los nervios de todos los concursantes. En una charla previa se nos explicaron todos los pasos previos a cada lanzamiento, así como los plazos de cuenta atrás que tendríamos en la ventana que se nos había asignado. El procedimiento que seguimos es exactamente el mismo que emplean cuando lanzan cohetes estratosféricos que portan nanosatélites científicos y de observación. Teníamos la Ciencia y la Tecnología al alcance de nuestras manos.
Compartimos nuestro cohete con uno de los equipos griegos, Vianosat, procedente de Creta.
Nuestros equipos se desearon suerte mutuamente y esperamos a que la cuenta atrás alcanzara los 10 segundos finales. En el momento de oir “zero” y el posterior rugido del cohete despegando con nuestro CanSat un estremecimiento nos recorrió todo el cuerpo. Nuestros equipos de la estación de tierra recibían los datos procedentes del minisatélite hasta que el cohete, a los mil metros, expulsó el Cansat fuera.
En ese momento, y debido a la extraordinaria fuerza con que el CanSat sale, la comunicación vía radio se perdió y no pudimos obtener más datos. Al cabo de unos 20 minutos, nos trajeron los restos de nuestro Grecosat. Había perdido la batería, el equipo de radio y la turbina con la que hinchó el airbag de aterrizaje. De todas formas estábamos contentos porque habíamos conseguido obtener 16 segundos de datos y con eso podíamos realizar algunos de los cálculos obligatorios.
Los equipos la dedicaron la tarde a preparar las presentaciones finales que tendrían lugar al día
siguiente.
El nivel de todos los equipos era muy alto. Hubo proyectos de una profesionalidad extraordinaria, desde el tratamiento científico hasta la programación software del control de las misiones.
El último día se celebró la entrega de premios en un ambiente cordial y distendido. Grecosat no pudo llevarse ninguno de los tres premios reservados a la categoría de “beginners”, que es en la que estábamos encuadrados, pero estábamos contentos con el trabajo realizado, no solo durante estos cinco días, sino durante estos últimos meses.
Llegó el momento de las despedidas y de desandar el largo camino que nos llevó hasta Andoya.

De una experiencia de este tipo se pueden sacar muchas conclusiones, pero sobre todo se aprende. Se aprende de cómo se hacen las cosas en otros países, de tus colegas, y fundamentalmente de cómo tus alumnos han afrontado un proyecto de esta envergadura.


Para ellos también ha sido una experiencia única. Tener contacto con científicos y tecnólogos aeroespaciales, usar los mismos procedimientos e instrumentación que ellos, compartir conocimientos con el resto de la comunidad y, por supuesto, crear lazos de amistad con gran parte
de los participantes es algo que no olvidarán en su vida.

Desde aquí quisiera agradecer a FIDAMC (Fundación para la Investigación, Desarrollo y Aplicaciones de los Materiales Compuestos) su apoyo económico, sin el cuál no hubiera sido posible esta aventura.